Ahora que ha pasado el tiempo deberías tener un poco de honradez y reconocer que tenía la razón. No quisiste creerlo cuando lo dije y no quisiste creerlo cuando ocurrió. No me escuchaste cuando te lo recordé, quisiste negarlo cuando todos lo sabían. Y mira, ¿cómo podrías decirme ahora que nunca iba a ocurrir? Lo quise escribir en metáfora y acerté de lleno: ninguno de los dos es ahora capaz de escuchar el aleteo de las alas del otro. Ahora que nuestros caminos se han separado. Ahora que el teléfono, Internet, las cartas no han conseguido que el sendero se volviera barro, ahora que, pasado el tiempo, sé que no puse broche al momento y no me arrepiento, ahora que casi prefiero que todo fuera frío y estéril como los suelos de un hospital, ahora que eres incapaz de negarme que hemos perdido todo, ahora que no marcas un número de teléfono, que no devuelves las llamadas, ahora que te nombro de pasada, ahora que ya no escucho esa canción, ahora que he dejado de leer a Bécquer. Ahora que ya no somos amigos.
Dime, ¿no te lo dije?
|