Autumn Castle

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jueves, 11 de septiembre de 2008

Vida o Muerte: el Go

El Go (en castellano, llamado el Cercado) es para mí el más fascinante de todos los juegos de mesa, lleno de una dimensión que ningún otro juego, ni siquiera el ajedrez, juego al que le debo mucho respeto y muchas horas de diversión, puede igualar. Cualquiera puede aprender todas sus reglas en menos de diez minutos, pero dominarlo lleva toda una vida. Es un juego tan fascinante que se ha convertido, en las pocas semanas que llevo jugando, en una de mis grandes pasiones.

Fue creado en China hace 4000 años, lo que lo convierte en anterior a la escritura; la leyenda cuenta que este milenario juego lo inventó el sabio emperador Yao para su hijo, y sucesor, Dan-Zhu, que mostraba signos de estupidez a ojos de su padre. El Emperador sabía que no podía dejar su reino en manos de un incompetente, así que desafió a su hijo a una serie de partidas al Cercado. Dan Zhu aprendió tan complicado juego como una gimnasia para ejercer el poder con cordura y equidad y su padre, satisfecho, legó su reino a Dan Zhu.

El fundamento del juego es sencillo: vence a tu enemigo. Para ello, debes poseer más territorio que él (el territorio son las intersecciones del tablero) y si es necesario, debes asesinar sus fuerzas allí donde te amenacen. Si el ajedrez es una batalla, el Go es la guerra. En el ajedrez, perder el Rey supone tu rendición; en el Go, perder una batalla no significa perder la guerra, por lo que aún debes seguir luchando hasta el final.

Pero el Go es más que una sucesión de batallas, es más que la guerra. Cuando juegas sobre el tablero y colocas tus piedras estás creando un universo, que probablemente no vuelva a repetirse jamás: el tablero tradicional de Go, de 19 intersecciones, permite aproximadamente 4,63×10170 posiciones posibles. Como reza un viejo cuento oriental, para el que mira con los ojos sólo verá un tablero de Go, pero para los que ven con el pensamiento, el Go es el centro del universo, y en él dos fuerzas dispuestas a disputarse a cualquier precio la supremacía.

Es el Ying y el Yang. Vida y muerte.

Victoria y derrota.