Autumn Castle

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jueves, 18 de septiembre de 2008

Fighting Women

Soy un firme creyente de las bondades de practicar artes marciales: aumenta tu disciplina y tu autoestima, reduce el estrés, es una actividad entretenida, habitualmente el ambiente es de camaradería y además, aumenta tu seguridad. Me parece positivo, además, que en el mismo grupo de practicantes se encuentren hombres y mujeres, refuerza la idea de que el Arte es para todos. La defensa personal de las mujeres es un tema caliente ahora que las agresiones se disparan, y me parece estupendo que una mujer pueda defenderse de un maltratador, un borracho o un violador. Desde aquí, recomendaría a cualquier mujer que no se sintiera segura que se animara a dar el paso.

Como yo, otros piensan lo mismo, y el negocio estaba ahí: se trata de la creación de la Defensa Personal femenina o, más correctamente, Sistemas de Autodefensa Femeninos. No voy a hablar acerca de si la creación de sistemas de autodefensa únicamente femeninos es una buena o una mala idea, pero diré que aquellos que he visto dejan bastante que desear contra una agresión realizada por una persona con un mínimo de experiencia en la defensa personal. Es cierto que ante una agresión violenta, pocos agresores se esperan que una mujer se defienda contundentemente, pero no me creo que una bofetada tumbe a un agresor ni que una palmada de mano abierta en el muslo sirva para mucho contra una estrangulación – estos dos movimientos los he visto en una demostración de un estilo para la autodefensa femenina – y esto me hace pensar que la mejor opción siguen siendo los sistemas de defensa ya existentes.

Arrastrar a un hombre corpulento al suelo tirándole de uno de sus brazos no es tan sencillo como lo pintan algunos estilos. Es más, seguramente el hombre tensará el brazo, éste no se moverá, él no se irá al suelo y la mujer tendrá toda su guardia abierta. Tampoco puedes esperar terminar una pelea a base de bofetadas, por muy vejatorias y por muy sorprendido que dejen a uno. No nos olvidemos de la capacidad de los atemis (golpes) para aflojar la fuerza de una persona: codos y rodillas son armas contundentes. Cuando en las clases de jiujitsu efectuamos técnicas de defensa personal, cualquier defensa ante un agarre o una embestida incluye un golpe seco al adversario para aflojar su presa u obligarle a cubrirse antes de intentar presarle o proyectarle.

Tampoco puedes contar con que llevarás ropa cómoda y difícil de agarrar y calzado deportivo si se produce una agresión o una situación violenta. Es probable que lleves tacones, o un traje de chaqueta, o sandalias o… Y conste, que los tacones bien utilizados pueden ser armas terroríficas. Y por favor… barrer la pierna de una persona que esté con los dos pies apoyados en el suelo sin ningún tipo de desequilibrio previo es arriesgarte a lesionarte tú mismo.

Yo no soy un peso pluma. Incluso compañeros del dojo de mayor cinturón que yo encuentran difícil tirarme al suelo o mantenerme inmovilizado. Kaede no es capaz de proyectarme con un harai-goshi, y es una de las proyecciones más duras que realizamos; Laura no es capaz siquiera de moverme, y es una artista de la defensa personal; ¿acaso es tan fácil para una mujer de 55 kg proyectarme encima de su hombro, como un conocido estilo de defensa femenina asegura en sus exhibiciones? ¿o que me puede derribar empujándome de un hombro, sin desequilibrarme primero? Y hay gente mucho más fuerte o pesada que yo. Los que conocéis a Berni, o a Juancho, ¿os imagináis a una mujer de complexión delgada tirando a alguno de ellos dos al suelo a base de empujar su tobillo con un pie haciendo fuerza contra el suelo con tu espalda?

Yo tampoco.

Hay algunos sistemas que aseguran que están diseñados para ser practicados por mujeres de cualquier edad y complexión, sin entrenamiento previo y con independencia de su forma física; pero luego hacen movimientos supuestamente “naturales” que presuponen una flexibilidad que pocas personas tienen, o que requieren de una gran cantidad de fuerza para hacerlos efectivos. Yo digo que ¡y un jamón! Las artes marciales requieren fuerza, agilidad y tono físico. Otra cuestión es que la práctica regular de las artes marciales te facilite mejorar tu tono muscular, tu agilidad o tu capacidad de reacción.

Es una lástima - y un peligro - la profusión de estilos de artes marciales incompletos, basados en ramalazos de otros estilos y con una base teórica aceptable, pero que promete el oro y el moro. No existe el arte marcial perfecta, existe el artista marcial perfecto y, entre la inmensa mayoría, no todos podemos serlo. Remarco que la expansión de estos estilos de dudosa efectividad y que prometen resultados en pocas horas de entrenamiento son un peligro. Un peligro, porque si algún día se ven en la necesidad de emplear esos conocimientos, comprobar por la vía dura que son incompletos, o inexactos, o descaradamente mentira, puede costar muy caro.

Sólo en una ciudad como Ourense podemos elegir entre boxeo, wu-shu, judo, karate, kick-boxing, lucha grecorromana, full-contact, capoeira, tae kwon do, haidong gumdo, hapkido, defensa policial, wing-tsu, escrima, jiujitsu… Ni que decir tiene la oferta que puede existir en una gran ciudad; yo seguiré apostando por el Jiu-jitsu - japonés- y por el Judo, por simple preferencia personal, pero habiendo tanto donde elegir, ¿para qué arriesgarse?

Y no me vale el argumento de que las artes marciales tradicionales no están pensadas para mujeres: ya sólo en jiujitsu, Sensei ha enseñado varias maniobras pensadas específicamente para una artista marcial femenina y he conocido mujeres artistas marciales de una gran variedad de estilos: Yolanda, de wu-shu, Kaede, que practica conmigo jiu-jitsu, Laura, de judo, Josune, de aikido, Estefanía, de karate, la hija del Maestro Lee, de Haidong Gumdo y Hapkido, Susi, de Boxeo, Carla, de Wing-Tsu, Arco, de savate, Elvira, de Kendo, Rina de Tai-chi y shinobijutsu…

Conste, que sé que en determinados lugares hacen seminarios de defensa personal para mujeres organizados por el ayuntamiento, la diputación o alguna entidad deportiva, donde les enseñan algunos truquitos como por ejemplo la correcta forma de soltar una muñeca que te han agarrado, como evitar que te abran las piernas, o qué punto de una rodilla es más vulnerable a un puntapié, pero casi todos los movimientos están tomados de artes marciales ya existentes (curiosamente, la casi totalidad se enseñan también en jiujitsu o en wu-shu / kung fu). Y seguro que acudir a uno o dos de estos cursillos no hace daño a nadie, y siempre es una base técnica a la que recurrir - mejor que nada -, pero yo recomendaría, nuevamente, a quien acuda a estos mini-cursillos, que elijan un arte marcial donde se encuentren cómodas y sobre todo, que les guste.

Seguro que alguien piensa que todo esto es una tontería y que una mujer haría mejor aprendiendo defensa personal femenina que las artes marciales que se practican en España. Que los estilos de defensa personal femenina son más efectivos que otros sistemas de combate ya anquilosados.

Que se lo cuenten a Rina, se meará de la risa.