Era una tarde estival y el Maestro paseaba, acompañado por su aprendiz, por los alrededores del monasterio donde residían. Caminaban deprisa sobre el suelo pedregoso y con el ruido de sus pasos, una garza se asustó, extendió sus alas, alzó el vuelo y se alejó de los dos hombres. Deseando impresionar a su viejo Maestro con su capacidad de observación, el aprendiez, sonriente, le dijo: "Fijáos, Maestro, cuán humildes y débiles son las aves, que con el sólo ruido de nuestros pasos sobre las piedras, la garza ha huído."
El viejo maestro sonrió y no dijo nada, y satisfecho, el aprendiz continuó su camino. Caminaron unos pasos más en silencio, hasta que de súbito, el maestro empezó a golpear violentamente al aprendiz con su cayado: "¡Vuela!", le ordenaba.
Autumn Castle
viernes, 21 de diciembre de 2007
Un breve cuento zen
De la Pluma de La Maladie de la Raison en 12:40
Etiquetas: Cuentos para adultos
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