Autumn Castle

Autumn Castle

lunes, 19 de mayo de 2008

Abajo el poder

Leía hace muy poco en una oscura web que la actual Constitución Española recogía que se denomina a España como un “Estado de Autonomías”, aprovechando la citada afirmación (verdadera, por cierto) para criticar el, eso sí, bastante manido “¡España se rompe!” poniendo como ejemplo países “cuyas regiones gozan de cierto grado de libertad: la mayoría de los de Norte América, algunos de América del Sur, varios europeos, China, Australia, entre otros muchos”. Me gustaría puntualizar, como nota al margen, que la autonomía regional del Estado Chino se basa en la disposición de las minorías étnicas y que resulta sólo aplicable a asuntos internos, ya que el Estado Chino forma y escoge a dedo a cuadros dirigentes y técnicos profesionales dentro de esas regiones autónomas; en cuanto al Tíbet, creo que se ha dicho ya mucho y no es necesario meterse al trapo ahora, que no viene a cuento.

También quisiera puntualizar que Norteamérica está formada por dos países, Estados Unidos y Canadá… y hablar por tanto de mayoría es un poco ridículo. Salvo, claro está, que incluyan México entre los formantes, como se hace en ocasiones: de todos modos, los tres países están considerados Estados Federales (México, de hecho, se llama en realidad Estados Unidos Mexicanos), por lo que no cabe tampoco hablar de mayoría, porque no existe una minoría. Pero esto tampoco es importante.

En realidad, escribía esto porque, tras la exclamación anterior, se dispuso a defender un sistema de descentralización basado en la entrega de poder a las autonomías, dando a entender que éstas deberían tener aún más poder de decisión separado del estado central. Quizás el autor, seguramente bienintencionado, no pongo eso en duda, ignora que regiones de España (como Galicia, o el País Vasco, tan ocupadas, sojuzgadas y colonizadas ellas por el estado español) tienen un grado de autonomía desconocido en el resto de Europa, teniendo una capacidad de decisión que ni siquiera tiene Irlanda de Norte con respecto a Inglaterra. ¡Y aún quieren, en aras de la felicidad de todos los españoles (curioso epíteto en una web que afirma que España no existe) potenciar aún más la descentralización! Nuevamente, nos hace fijarnos en potencias económicas de primer orden como forma de justificar la descentralización, un bien para España. Así vamos: al revés que toda Europa, sí.