Hay un fotolog de cuyo autor no diré el nombre que yo considero imprescindible echar un ojo. Y no lo digo para que la gente mire, enjugue la lagrimita y siga adelante, enternecida por la crudeza de algunas de las imágenes hasta que el próximo anuncio de Armani o los ecos de la campaña política le borren de la retina lo observado y el rostro del soldado, del niño o la niña de turno, la basura, la chatarra, la imagen del hambre desaparezcan como un fantasma al amanecer en una evanescencia inesperada, floash.
Lo considero imprescindible porque parece que en este mundo agonista y egoísta sólo sabemos reconocer la realidad a golpes de imagen, fantasía fotográfica en la Era de la Información: crudo, sin sal, y delante de los ojos, sólo entonces parecemos recordar lo que sabemos. Ese fotolog es una bofetada en la cara llamando a mirar y actuar. Es crudo, es duro, es feo y es real, jodidamente real.
Lo que más me duele es que alguna gente llega a ese fotolog, mira las fotos, y se equivoca de espacio. El autor no ha hecho ese refugio virtual para que le digan lo que le quieren, lo guapo que es o cuándo van a pasar a buscarle. No lo ha hecho para que opinen sobre la calidad de las fotografías, o la iluminación. ¡Y no me cabe en la cabeza que alguien que haya visto dos entradas cualesquiera pueda dejarle un comentario como “muy bonito este blog” o “nice pik!”! Señores… es dramático, horrible, duro, crudo, doloroso, impactante… Hay una sarta de adjetivos que describen uno u otro aspecto del fotolog, pero… ¿bonito? ¿Está usted enfermo o qué?
Yo quiero pensar que muchos de los que dejan esa clase de comentarios no se han parado a mirar las imágenes que están colgadas, o que dicen lo que dicen con afán de demostrar que el autor le importa y que siguen sus proyectos, que están de acuerdo con lo que hace. Quiero pensarlo, porque es más fácil que pensar que la bancarrota espiritual ha llegado hasta extremos tan absolutos y la estupidez humana es tan infinita.
Y hasta el momento, ésta es la imagen que más me ha impactado. Y no voy a decir que es bonita, ni hermosa, ni que su blog es lindo ni cuánto lo quiero.
Porque al fin y al cabo, ese fotolog es lo que es. Real y crudo: una patada en nuestra indolencia.
Y eso nunca será hermoso.
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